31.7.16

Momento de Misericordia


«Oh Santísima Trinidad, en la que está encerrada la vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, oh gozo eterno, inconcebible abismo de amor que Te derramas sobre todas las criaturas y las haces felices, honor y gloria a Tu nombre por los siglos de los siglos. Amén.
Cuando conozco Tu grandeza y Tu belleza, oh Dios mío, me alegro indeciblemente por ser tan grande el Señor a quien sirvo. Con amor y alegría cumplo su santa voluntad y cuanto más lo conozco, tanto más ardientemente deseo amarlo. Me quema el deseo de amarlo cada vez más». [Diario, 525]

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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, 
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, 
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. 
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; 
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; 
hizo llorar a Pedro luego de la traición, 
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. 
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: 
¡Si conocieras el don de Dios! 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, 
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: 
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. 
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad 
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: 
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. 

 Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción 
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor 
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres 
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos 
y restituir la vista a los ciegos. 

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, 
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amén.

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