31.1.16

Momento de Misericordia


«Oh Dios Inmenso, admiro Tu bondad. Tú eres el Señor de las huestes celestiales y Te humillas de ese modo hacia una miserable criatura. Oh, con que ardor deseo amarte con cada latido de mi corazón. No me basta toda la superficie de la tierra, el cielo es demasiado pequeño y el espacio celeste es nada. Únicamente Tú solo me bastas, Dios Eterno. Sólo Tú puedes llenar la profundidad de mi alma». [Diario, 288]

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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, 
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, 
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. 
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; 
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; 
hizo llorar a Pedro luego de la traición, 
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. 
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: 
¡Si conocieras el don de Dios! 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, 
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: 
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. 
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad 
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: 
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. 

 Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción 
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor 
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres 
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos 
y restituir la vista a los ciegos. 

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, 
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amén.

24.1.16

Momento de Misericordia


«Oh Dios único en la Santísima Trinidad, deseo amarte como hasta ahora ninguna alma humana Te ha amado; y aunque soy particularmente mísera y pequeñita, no obstante arrojé muy profundamente el ancla de mi confianza en el abismo de Tu misericordia, oh Dios y Creador mío. A pesar de mi gran miseria no tengo miedo de nada, sino que espero cantar eternamente le himno de la gloria. Que no dude alma ninguna mientras viva, aunque sea la más miserable, cada una puede ser una gran santa, porque es grande el poder de la gracia de Dios. De nosotros depende solamente no oponernos a la actuación de Dios». [Diario, 283]

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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, 
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, 
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. 
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; 
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; 
hizo llorar a Pedro luego de la traición, 
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. 
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: 
¡Si conocieras el don de Dios! 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, 
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: 
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. 
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad 
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: 
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. 

 Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción 
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor 
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres 
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos 
y restituir la vista a los ciegos. 

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, 
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amén.

17.1.16

Momento de Misericordia


«Oh Jesús escondido, Amor eterno, Vida nuestra, Divino Insensato que Te has olvidado de Ti Mismo y nos ves solamente a nosotros. Aún antes de crear el cielo y la tierra nos llevabas en Tu Corazón. Oh Amor, oh abismo de Tu humillación, oh misterio de felicidad, ¿porqué es tan pequeño el número de los que Te conocen? ¿Porqué no encuentras reciprocidad? Oh Amor Divino, ¿porqué ocultas Tu belleza? Oh Inconcebible e Infinito, cuanto más Te conozco Te comprendo menos; pero como no alcanzo a comprenderte, comprendo más Tu grandeza. No envidio el fuego a los serafines, porque en mi corazón tengo depositado un don mayor. Ellos Te admiran en éxtasis, pero Tu sangre se une a la mía. El amor, es el cielo que nos está dado ya aquí en la tierra. Oh ¿porqué te escondes detrás de la fe? El amor rasga el velo. No hay velo delante de los ojos de mi alma, porque Tú Mismo me has atraído desde la eternidad al seno de un amor misterioso. Oh indivisible Trinidad, único Dios, a Ti honor y gloria por todos los siglos». [Diario, 278]

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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, 
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, 
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. 
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; 
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; 
hizo llorar a Pedro luego de la traición, 
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. 
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: 
¡Si conocieras el don de Dios! 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, 
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: 
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. 
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad 
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: 
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. 

 Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción 
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor 
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres 
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos 
y restituir la vista a los ciegos. 

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, 
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amén.

10.1.16

Momento de Misericordia


«Oh Jesús, Amigo del Corazón solitario, Tú eres mi puerto, Tú eres mi paz, Tú eres mi única salvación, Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas. Tú eres el rayo brillante que ilumina el sendero de mi vida. Tú eres todo para el alma solitaria. Tú comprendes al alma, aunque ella permanezca callada. Tú conoces nuestras debilidades y como un buen médico consuelas y curas, ahorrándonos sufrimientos, como un buen experto». [Diario, 247]

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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, 
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, 
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. 
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; 
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; 
hizo llorar a Pedro luego de la traición, 
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. 
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: 
¡Si conocieras el don de Dios! 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, 
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: 
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. 
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad 
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: 
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. 

 Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción 
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor 
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres 
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos 
y restituir la vista a los ciegos. 

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, 
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amén.

5.1.16

Devoción a la Divina Misericordia

Devoción en el sentido más básico de la palabra, quiere decir consagración... el entregarse uno por completo... el dedicarse por un voto solemne. En el contexto religioso, la devoción es una actitud en donde a uno le importa Dios y le importa todo lo que para Dios es importante. Comprende una decisión y un compromiso que penetra nuestras vidas, dirigiendo y formando todas nuestras acciones.

Entre estas acciones figuran lo que llamamos devociones: actitudes específicas, oraciones y prácticas religiosas que expresan y nutren nuestra devoción, nuestra consagración total a Dios.

De los escritos plasmados en el diario de una joven monja polaca llamada Sor (Santa) Faustina Kowalska, ha surgido una devoción especial a la misericordia de Dios, expresada en diversas prácitas devocionales. Aunque el mensaje no es nada nuevo, sino sólo un recordatorio de lo que la Iglesia siempre ha enseñado: que Dios es misericordioso, que Él perdona y que nosotros también debemos ser misericordiosos y perdonar.

En la devoción a la Divina Misericordia este mensaje asume un nuevo enfoque poderoso, ya que nos llama a una comprensión más profunda de que el amor de Dios no tiene límites y que está disponible para todos, especialmente para los pecadores más grandes. La devoción a la Divina Misericordia supone un compromiso total a Dios como la Misericordia Misma. Es la decisión de aceptar Su misericordia con agradecimiento, de confiar en Él por completo y de ser misericordioso como Él es misericordioso.

Las prácticas devocionales propuestas en el Diario de Sor (Santa) Faustina y extractadas gracias al exahustivo estudio del teólogo y sacerdote, Padre profesor Ignacio Różycki, en la disertación titulada "La Divina Misericordia. Líneas fundamentales de la devoción a la Divina Misericordia", están totalmente de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, y tienen sus raíces sólidamente ancladas en el mensaje del Evangelio de nuestro Salvador Misericordioso.

Podemos estar seguros de que, si pedimos la misericordia del Señor, y confiamos en Su misericordia en nuestras vidas, gozaremos de esa maravillosa promesa expresada en forma de bienaventuranza: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"